Me pregunto si quién escribe los comentarios que aparecen en la red (siempre copiados y pegados) sobre los libros, de verdad los han leído. Es lo que me da por pensar cuando leo cosas como "Es un extraordinario tapiz de la Australia del siglo XIX" repetida en varias páginas para definir este libro, leyendo esto parecería que estamos ante un libro con gran contenido histórico y nada más lejos de ello porque el libro tiene resonancias de muchas cosas, pero de historia bien poquita.
Me lo compré por un impulso, sin ninguna referencia, simplemente porque la contraportada anunciaba lo que parecía una historia de aventuras : "un mundo de convictos, prófugos, flageladores, colonizadores, ladrones y víctimas...". Yo lo iba leyendo e iba pensando en películas de Werner Herzog (por ejemplo: Fitzcarraldo) por la locura de sus personajes y por lo recargado (porque el libro lo es con frecuencia) y también en libros de aventuras como "La isla del tesoro" o "La vuelta al mundo en ochenta días" pero no creo que fueran esas ni las intenciones ni las referencias del autor probablemente más en consonacia con Cervantes, Dickens, Melville, Hugo, quizás Borges. En esas pretensiones, aunque la obra alcanza momentos mágicos, se ha quedado a medias.
La historia es buena aunque partiendo de puertos ya conocidos: Un manuscrito misterioso escrito por un condenado a muerte en su celda es encontrado por un falsificador y ante su misteriosa pérdida reproducido por éste para intentar demostrar su autenticidad y preservarlo para las generaciones futuras. A través de capítulos titulados con nombres peces nos vamos adentrando desde la lúgubre e inundada celda de William Gould en su vida y la de sus carceleros, compañeros de prisión, indígenas y, por supuesto, peces.
El argumento va en franco ascenso, manteniendo una importante intensidad durante casi toda la extensión de sus páginas, demostrando preparación, cultura y buena escritura. Pese a ello, el autor se pierde poco a poco entre sus buenos propósitos y se hace un lío y al final no sabe como acabar el libro. Por eso progresa desde el realismo más dramático (incluso con buenas dosis de sátira y humor negro) hacia lo surrealista y ese final enrevesado, intentando demostrar al lector únicamente que todo lo escrito no es más que algo inventado o simplemente una mentira (¡Como si no lo supiéramos!) deja con la miel en los labios (por lo menos a éste que suscribe) al rematar la lectura, especialmente porque sabe un poco mal que el autor no lo consiga. No llega a "coitus interruptus" pero el solaz del final no tiene la intensidad requerida.
"En el mejor de los casos, un dibujo, un libro son solo puertas abiertas que te invitan a entrar en una casa vacía y, una vez dentro, solo tienes que imaginar el resto lo mejor que puedas."
Pues eso, puestos a imaginar yo he imaginado mejores finales que el que el autor le ha puesto a la aventura.
Me lo compré por un impulso, sin ninguna referencia, simplemente porque la contraportada anunciaba lo que parecía una historia de aventuras : "un mundo de convictos, prófugos, flageladores, colonizadores, ladrones y víctimas...". Yo lo iba leyendo e iba pensando en películas de Werner Herzog (por ejemplo: Fitzcarraldo) por la locura de sus personajes y por lo recargado (porque el libro lo es con frecuencia) y también en libros de aventuras como "La isla del tesoro" o "La vuelta al mundo en ochenta días" pero no creo que fueran esas ni las intenciones ni las referencias del autor probablemente más en consonacia con Cervantes, Dickens, Melville, Hugo, quizás Borges. En esas pretensiones, aunque la obra alcanza momentos mágicos, se ha quedado a medias.
La historia es buena aunque partiendo de puertos ya conocidos: Un manuscrito misterioso escrito por un condenado a muerte en su celda es encontrado por un falsificador y ante su misteriosa pérdida reproducido por éste para intentar demostrar su autenticidad y preservarlo para las generaciones futuras. A través de capítulos titulados con nombres peces nos vamos adentrando desde la lúgubre e inundada celda de William Gould en su vida y la de sus carceleros, compañeros de prisión, indígenas y, por supuesto, peces.
El argumento va en franco ascenso, manteniendo una importante intensidad durante casi toda la extensión de sus páginas, demostrando preparación, cultura y buena escritura. Pese a ello, el autor se pierde poco a poco entre sus buenos propósitos y se hace un lío y al final no sabe como acabar el libro. Por eso progresa desde el realismo más dramático (incluso con buenas dosis de sátira y humor negro) hacia lo surrealista y ese final enrevesado, intentando demostrar al lector únicamente que todo lo escrito no es más que algo inventado o simplemente una mentira (¡Como si no lo supiéramos!) deja con la miel en los labios (por lo menos a éste que suscribe) al rematar la lectura, especialmente porque sabe un poco mal que el autor no lo consiga. No llega a "coitus interruptus" pero el solaz del final no tiene la intensidad requerida.
"En el mejor de los casos, un dibujo, un libro son solo puertas abiertas que te invitan a entrar en una casa vacía y, una vez dentro, solo tienes que imaginar el resto lo mejor que puedas."
Pues eso, puestos a imaginar yo he imaginado mejores finales que el que el autor le ha puesto a la aventura.
Comentarios
Publicar un comentario