Tenía guardada esta "Trilogía de los años oscuros" en mi libro electrónico desde hace tiempo. La vi de oferta y visto lo que me gustó la serie de los detectives Hernández de esta autora, pensé que como tarde o temprano la iba a leer era buen momento para aprovechar el descuento.
Primera sorpresa: las novelas están escritas a cuatro manos, a mi eso me suele oler a chamusquina porque no acabo de entender como se puede escribir a comandita, pero eso son manías mías y probablemente curiosidad malsana, tipo portera que espía lo que hacen sus inquilinos, como sucede con frecuencia en esta novela y visto que separaron sus caminos tras estas tres novelas, se incrementa mi instinto de hurón.
De todas formas, en ningún momento se nota la presencia de dos autoras y, la verdad, habiendo leído antes a Rosa Ribas, las novelas tienen todos los ingredientes de su estilo: excelente puesta en escena, conocimiento del contexto histórico y del ambiente barcelonés de la época, personajes sólidos y coherentes y, sobre todo, credibilidad del argumento.
No obstante, se nota la bisoñez de la(s) autora(s), la escritura no es tan madura literariamente como mis lecturas previas. En muchos momentos he tenido la sensación de estar leyendo una novela de aventuras juvenil, especialmente por el comportamiento en ocasiones algo pueril del personaje principal. Ya entiendo que la protagonista tiene que meterse en líos, pero vista la personalidad dibujada por la autora, a veces ésta no encaja con sus actos. De hecho, me parecen mucho más interesantes otros personajes como su prima Beatriz, el inspector Castro o el propio padre de Ana Martí, periodista represaliado y ahora dedicado a trabajar en un colmado y a escribir novelas del Oeste con seudónimo (como Francisco González Ledesma).
En resumen, se leen fácil, entretienen muy bien, pero algo le falta y no sabría decir el qué. Quizás es que me he leído las tres seguidas y esperaba ver mayor evolución.
"Don de lenguas"
En mi opinión, la mejor de las tres. Probablemente por la novedad y la necesidad de la autora de dotar de personalidad a los protagonistas, incluso los personajes de Beatriz y el inspector Castro le roban en muchos pasajes el protagonismo a la periodista de forma frecuente. El ambiente oscuro y algo sórdido de los años cincuenta en Barcelona está recreado de forma magnífica. Ese ambiente me ha resultado muy atractivo, seguramente porque me ha hecho rememorar detalles de mi niñez. Esta novela va claramente en ascenso y la resolución me parece excelente.
"El gran frío"
Las autoras transportan a la protagonista, que ahora trabaja para "El Caso" (¡que recuerdos de las portadas en el quiosco!) a un pueblo de Teruel para escribir sobre una niña santa. La cosa se va complicando con crímenes y entra en un terreno pantanoso del que las autoras no acaban de salir de forma convincente. La recreación del ambiente rural es excelente, pero la protagonista oscila entre osada y asustada con demasiada frecuencia y la falta de entidad de otros personajes secundarios la muestra algo desangelada.
"Azul marino"
La acción retorna a Barcelona, la protagonista ahora trabaja a la vez en "El Caso" y una revista de sociedad, reaparecen los personajes que la acompañaban en la primera novela con lo que el argumento adquiere mayor empaque, especialmente el inspector Castro (aunque en vez de "Hay que joderse", como buen gallego debería exclamar "Ai, que carallo"). En este caso, el empeño de las autoras en entrecruzar y hacer converger historias hace que la resolución del argumento no tenga la solidez de la primera y pierden la oportunidad de profundizar en la sordidez de los bajos fondos barceloneses de la época, que resultan inocentes e incluso amables en comparación con la maldad de los poderosos y los ricos (argumento común en las tres obras) con lo que si buscaban transmitir algún mensaje les queda de una candidez casi infantil.
Seguramente le daré más oportunidades a esta escritora, pero me lo tomaré con tranquilidad a partir de ahora y me dedicaré a sus obras más recientes.
Benigno F.
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