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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Verbalizar las emociones

"La única verdad que sé de verdad es que los humanos me acechan"("La ladrona de libros") Todo el mundo tiene voz, todos tienen derecho a ser escuchados, pero también tienen derecho a callar, a no poner de manifiesto lo que piensan y, por supuesto, a discrepar, abierta o silenciosamente. Todo eso lo pienso mientras a algún imbécil se le ha ocurrido una nueva proclama televisiva: "Verbaliza tus emociones". Casi nunca veo ese engendro y mucho menos determinados canales repletos de soflamas y consignas. No les basta con intentar manipular lo que opinas, ahora quieren monopolizar lo que sientes. Insisten en utilizar palabras supuestamente bonitas, en rizar el rizo con los eslóganes, pero a mí no me engañan, los que esto escriben (porque esto lo hace un equipo tras mucho parlotear, analizar gráficas de mercado, deducir tendencias de altos y bajos) no tienen ni idea de qué hablan, sólo saben encadenar palabras sin significado, lo hacen por encargo. P

La imposición del "buenrrollismo"

Reconozco sentirme sorprendido ante la frecuencia con la que se contagia el síndrome que yo he venido a denominar: "buenrrollismo". Este grupo de patologías, que se comenzó a desarrollar en los setenta en los "happenings" de los "hippies", ha ido calando progresivamente en todos los estratos sociales hasta convertirse en un estado patológico manejado y dirigido por la superioridad.  Los dirigentes antiguamente se limitaban a mandar, a imponer sus leyes a base de órdenes, amenazas y sentencias penales. Hoy hacen lo mismo, pero para disimular, frecuentemente dejan hacer, utilizan una actividad, afición, o similar como un signo inequívoco de bondad, de falta de malos pensamientos. La regulan mediante una normativa y ofrecen a sus usuarios ese marchamo de calidad que da, por ejemplo, ir en bicicleta, tener un animal de compañía o celebrar de forma ruidosa algún acontecimiento. Así, sin darnos cuenta, ponen etiquetas (los periodistas y publicistas ta

El secreto de Christine - Benjamin Black

Confieso mis reticencias ante el "alter ego" de este autor. Leí una novela de John Banville y no me acabó de llegar, muy buenas palabras pero poca emoción. Para postre ha sido muy laureado y todo ello no ha contribuido nada más que a aumentar mis suspicacias. Todo lo contrario con lo que me sucede con Benjamin Black . Llevo dos libros de este autor de novela negra y tengo que declarar sin ningún tipo de vergüenza que ahora mismo, ocupa un puesto en el pedestal de mis adorados de este género. No me extaña que se haya atrevido a emular a Raymond Chandler y recrear a Phllip Marlowe en una de sus más recientes novelas: "La rubia de ojos negros". Me puse con este libro con ánimo destripador, inicialmente no me acababa de meter en la trama, al personaje protagonista lo veía como otro más de esos individuos llenos de problemas personales, ciertamente inestables y, sobre todo, borrachos, en los que parece difícil que les cuadre la capacidad para la investigación y mu