Si hay algo que me molesta son las trilogías, el simple hecho de que existan significa (en general) una planificación a largo plazo. El escritor halla unos personajes y un contexto que le parecen interesantes y decide aprovecharse de ello. Rara vez las trilogías (o las series de novelas) aparecen de forma espontánea, por la necesidad de darle continuación a la vida de los personajes. Habitualmente, lo que continúan es la trama. Todo ello me recuerda sospechosamente a las series de televisión en las que un grupo de "creativos", guionistas y especialistas en marketing descubren un producto y deciden sacarle rendimiento. Eso es lo que pienso de las trilogías, que son trabajos menores para ir sosteniendo la economía doméstica, que, a veces, son tan productivos, suben tanto sus acciones en bolsa, que el escritor olvida cualquier propósito literario, cultural o de pasatiempo que diera impulso a sus obras.
Esta novela es la primera de una trilogía y, aunque el autor me cae bien y he leído un libro suyo que me gustó mucho, empecé la lectura provisto lupa de gran aumento para detectar cualquier error, discordancia, falta de tensión narrativa, poca coherencia de los personajes, etc.
La cosa iba bien al principio para mis propósitos malignos. Tenía apuntados un buen número de comentarios corrosivos, subrayado con lápiz rojo lo negativo, pero poco a poco, el escritor, con suma habilidad, ha ido que la mayoría de ellos se deshicieran como azucarillos, porque la novela va progresivamente creciendo y encajando sus piezas y cuando ves el panorama que retrata el puzzle final, te ves obligado a asentir y llegar a la conclusión de que es una buena novela en su género.
Buena a secas, porque solo tiene pizcas de originalidad y porque Thomas Harris y otros ya han explotado mucho esos personajes de psicópata inteligente y porque probablemente lo más flojo de la novela son sus personajes, a los que le falta personalidad, entidad y les sobran algunas incoherencias, o se les ha desprovisto o dotado de ellas para que parezcan más reales, y en sus características generales se ha buscado encajarles en estereotipos actuales, como buscando compensación cuando en un grupo de miembros de un comité se intenta balancear la nacionalidad, el sexo y la experiencia y el resultado suele ser un arlequín estrafalario.
En definitiva, la novela se salva por el argumento, pero los personajes no me resultan suficientemente atractivos como para volver a ellos, aunque es probable que lo haga, especialmente para decidir si ese asesino en serie me acaba resultando simpático o repulsivo, averiguar si es listo y retorcido o tonto y obvio.
Benigno F.
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