Este comentario (que no crítica) me va a costar. Me va a costar porque estoy seguro que por mucho que escriba de esta novela no voy a poder resaltar adecuadamente sus virtudes. Su análisis requiere a alguien mucho más docto en literatura que yo. Está repleta de rincones en los que rebuscar: Historia, Cómics, Sexo, Humor, Drama, Tragedia, Inmigración, Magia, Saga Familiar. Muchos de estos rincones son habituales en la literatura sudamericana aunque ésta está escrita en inglés (o debería decir en "spanglish") y presentada con (para mí) una muy buena traducción. Así que como veo que me va a costar, voy a ser breve: Es muy buena. Vale la pena leerla, aunque te gire la cabeza a veces y pierdas el orden de los acontecimientos y los personajes, aunque algunas de las notas a pie de página parezcan breves cuentos o reseñas históricas y te desvíen de la narración.
El autor se ha tomado su trabajo en serio y lo ha hecho muy bien. Ha profundizado para crear unos buenos cimientos y ha ido edificando su historia de forma sólida y estructurada, presentando un edificio casi perfecto. Luego, para entretenerse, ha desordenado un poco la trama (la historia familiar) y ha dejado al lector la tarea de reconstruir ese puzzle, pero cuando acabas y lo miras de lejos sigues viendo perfectamente lo mismo que el autor había diseñado.
La historia nos presenta a un perdedor, una especie de Ignatius Reilly pero dominicano (lo cual no es moco de pavo), inteligente, obeso y obsesionado con las mujeres y el sexo (¿quién no?), con leer y escribir. En definitiva, un incomprendido. El narrador se sitúa cercano, toma la personalidad de un novio de la hermana (también obsesionado con las mujeres y el sexo), que por compromiso se ve obligado a cuidarlo. Entre medio aparece la historia familiar y la de Santo Domingo. La de su dictador (Rafael Leónidas Trujillo), auténticamente esperpéntica, tanto que seguro que se parece a la realidad más que algún libro de historia. Unos suaves toques de superstición caribeña y la cosa rápidamente va lanzada. Avistas la tragedia a medida que progresa el libro, pero vas camino de ella incluso riendo de vez en cuando.
Vamos, que si pueden, pónganse con ella. Ya saben que no suelo prodigarme en alabanzas. Esta merece algunas.
Benigno F.
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