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Años luz - James Salter

Tengo un rincón de libros olvidados, algunos nunca leídos, con sus lomos expuestos a la vista de cualquiera, resaltando brillantes por no haber sido utilizados. Están allí relegados para recordarme cosas que no debo olvidar, errores que nunca debo repetir, dedicatorias que nunca se debieron plasmar, algunas las he roto, he destrozado esa página abyecta donde se escribió lo que no se pensaba. Mientras leía este título no he parado de mirar, de recordar el de una autora que reconoce estar en deuda con Salter y que, pese a su oriental belleza, he decidido castigar con mi indiferencia.

"Horas de sueño, el aire fresco. El sueño más delicioso, ¿es la muerte tan cálida, tan confortable?"

Comienza el libro y en pocos párrafos te sientes transportado, recibes las ráfagas del aire cercano al río, sientes la cercanía y la familiaridad del paisaje, las sensaciones son tan fuertes que no necesitas descripción para saber de qué o de dónde están hablando. Salter usa una prosa cristalina, directa, precisa. No necesita de excesivos circunloquios para situar las acciones, las sensaciones de los actuantes van más allá de la temperatura y el dolor. Se perciben con la nitidez con que se identifican  las partes del cuerpo con los ojos cerrados, con la cruel desnudez de la piel del dedo donde por mucho tiempo se llevó un anillo dorado.

"Surcamos el río negro, sus bancos lisos como piedras. Ni un barco, ni un bote, ni una mota de blanco. El viento ha roto, agrietado la superficie del agua... El día es blanco como papel. Las ventanas están congeladas. Las canteras están vacías, la mina de plata inundada."

Emerge de inicio un mundo que aparenta maravilloso, con todo lo necesario para la felicidad literaria: poni, perro, hijas, gallinas y conejo; playa, excursiones, cenas compartidas con amigos inteligentes y sofisticados y con conversaciones singulares, creatividad y originalidad compartida. Pero algo falla, se atisba el tedio en lo más profundo de ese agua,  sentimientos corrompidos por el paso del tiempo, como la carcoma que horada la médula de las más notables maderas. Surge una frialdad parecida a introducir la mano en agua glacial , el roce inicial de la corriente es agradable, pero poco a poco baja la temperatura y te quedas helado.

"Cuánto más intensamente necesitas saber, más difícil es preguntar."

La historia se desarrolla alrededor de una pareja, casi siempre los focos están enfocados en ella, pero por separado, las luces se acercan pero nunca se unifican, no se fusionan. No hay acción propiamente dicha, hay fragmentos de la vida, conversaciones y sobre todo pensamientos. Lo importante de las frases es lo que viene luego y no el contexto.

"No creo en el matrimonio, no tengo tiempo para eso - dijo él-. Es un concepto de otra época, otra forma de vivir. Si haces lo que tienes que hacer, obtendrás lo que quieres."

Los protagonistas apenas hablan de tonterías o de cosas intrascendentes, aún así no ven posible trascender como pareja, quizás sí como personas. Han fracasado aunque a todos les parezca que tienen éxito. El resto de actuantes apenas aparecen en el foco, muchos son esbozos, trazos y sombras que rellenan la imaginación del lector cuando ésta vuela. Las hijas de la pareja cobran protagonismo a medida que se van apagando las velas y se aproxima el final de la novela. Son los únicos a los que les queda la continuidad, son los que completan el círculo, siguen empujando de la piedra.

La casa no es más que una metáfora de su relación, aparenta acogedora, caliente, cómoda, pero es todo ficticio, los cimientos están corrompidos, hay aguas fecales en el subsuelo, termitas en las paredes, muebles y puertas; y tarde o temprano habrá filtraciones, goteras, y se romperán quicios, jambas y contraventanas. No quedarán más que ruinas de ella, gritos infantiles evocados y aroma a pasteles y huerta.

"Dos personas que se separan son como un leño que se parte. Las mitades nunca son iguales. Una de ellas contiene el núcleo.
- Viri tiene su trabajo.
- Pero tú eras la que desempeñaba la parte sagrada. Tú puedes vivir y ser feliz. Él no."

El libro en su mayor parte es intensamente femenino, dubitativo como suelen ser sus pensamientos, aterrorizado por la pérdida de la juventud, de la belleza y la falta de cumplimiento de las esperanzas depositadas en ellas, sólo tapadas momentáneamente por la gravidez de lo maternal.

"De todos ellos, aquél era el auténtico amor. De todos ellos, era el mejor., El otro, aquel suntuoso amor que te embriagaba, que uno anhelaba, envidiaba, en el cual creía, aquel amor no era la vida."

Salter demuestra dominio en conocer y admirar las personalidades de ellas. Trata el sexo desde su perspectiva, con exquisitez, despojando al acto en sí de lo erótico y convirtiéndolo en cotidiano y a la vez hermoso y placentero, pero nunca del todo satisfactorio en su fugacidad.

"Su esposa estaba en los últimos años de la juventud. Era como una cena suculenta dejada en la mesa para el día siguiente. Era una mujer suntuosa pero los invitados se habían ido. Las mejillas empezaban a temblarle mientras caminaba."

Al mismo tiempo nos muestra la frustración de los hombres. Unos encerrados en su trabajo, incapaces de comunicar al mismo nivel vital y/o sentimiental. Casi todos en solitario, sólo pendientes de embriagarse con vino, con el caos y de vez en cuando con besos. Todos aparentan resacosos y poco perfectos.

"El tiempo se le había agriado a Viri. Le apestaba en los bolsillos. Tenía proyectos un tanto vagos, citas, pero nada que hacer. No fijaba la mirada en las cosas, resbalaba sobre ellas como un insecto moribundo."

Al final, te das cuenta que en realidad el libro es autobiográfico, él es el abandonado, el fracasado, el que nunca consiguió entregarse. Proyecta su propia vida en otros personajes, los usa para propio escarnio y penitencia.

"¿Es la enfermedad un accidente, o es una especie de elección, del mismo modo que el amor lo es: escondido, involuntario, como una huella dactilar?"

Lo mejor: Los capítulos posteriores al divorcio. Los nombres de los personajes.
Lo peor: No lo podré conservar mucho tiempo. Me he dado cuenta de que no es mio, de que pertenece a otra persona y se lo tendré que entregar... sin dedicatoria, pero convenientemente subrayado.

"El pensamiento está siempre cambiando. Es como una corriente, se mueve entre las cosas, fluctuante. El pensamiento es desorden, dice él."
Puntuación: 8/10
 
Benigno F.

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