Parecía difícil encontrar una buena novela tras la difícil e interesante lectura de "Minimosca". Tenía esta guardada con instrucciones de llevarla a Galicia, leerla y dejarla allí porque en ese territorio las novelas del oeste se leen mejor, más a gusto, tumbado en la cama y dejando entrar el frescor de la ventana.
También parecía difícil leer las más de mil páginas que tiene en pocos días y más con ese comienzo perezoso que tiene en su primera parte (un tercio de la novela), pero el esfuerzo se va haciendo menor a medida que se avanza, los personajes y peripecias van creciendo lentamente como los buenos guisos y poco a poco te encuentras subido a ese caballo desbocado en medio de una tormenta de arena y una estampida y vas atravesando las praderas de esos miles de kilómetros que recorren los personajes desde Texas a Montana y te das cuenta que se pueden escribir obras enormes de aventuras recurriendo a argumentos que parecen muy trillados, hablando de tiempos pasados perdidos y de absurdas heroicidades, y entiendes porqué le dieron el premio Pulitzer a su autor.
Larry McMurtry fue un escritor poco prolífico (solo cuatro novelas) y guionista de cine, pero no necesita más para destacar, porque entre sus obras están dos guiones que tuvieron un Oscar ("La última película" y "Brokeback Mountain") y un Globo de Oro ("Brokeback Mountain").
Además, una historia de aventuras no tiene porqué estar llena de acción vertiginosa, también puede explorar la psicología de los personajes, profundizar en sus virtudes y defectos, entretenerse con todos ellos para que el lector explore la naturaleza humana y reflexions sobre los grandes temas que siempre han obsesionado a la humanidad, llegando a cotas similares a las de las epopeyas griegas. Todo ello sin trucos literarios, ni grandes giros argumentales, ni "cliffhangers" u otras zarandajas.
El escritor demuestra que no es uno de esos de manual, de curso de escritura creativa, simplemente se pone a hacer lo que siempre ha hecho los buenos: escribir y pensar con sinceridad, dotar de veracidad a su obra y esa credibilidad consigue la complicidad del lector con los personajes a los que he llegado a apreciar de tal modo que me siento un poco vacío al terminar, como cuando dejas atrás a un grupo de amigos, ninguno de ellos perfecto, todos ellos llenos de los mismos defectos que cualquiera de los mortales.
No me extraña nada que Stephen King lo califique como uno de sus libros favoritos, también va a ser de los míos.
Benigno F.
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