Esta es una novela falsa. Ni se titular originalmente "El ángel caído", ni su autor se llama de verdad Boris Akunin.
Todo eso lo he descubierto al acabar el libro y buscar algo de información para confirmar mis impresiones. Porque mis impresiones no han sido buenas y eso que la empecé con buen ánimo porque la trama inicial, los personajes y la ambientación resultan atractivos.
Erast Fandorin, el personaje principal, es un pringado que está acogido casi por caridad como chupatintas en la Dirección de la Policía secreta rusa, eso ya está encajado de una forma bastante forzada, pero lo dejas pasar porque las cosas se ponen interesantes y, tanto el comisario Feofilaktovich como nuestro héreo resultan simpáticos (y también un poco simples).
Al chico, para que se entretenga, le encargan una investigación (otra cosa que no encaja de ninguna manera) y él la inicia de forma bastante inocente (a veces rozando la estupidez) pero insistente. De buenas a primeras, este individuo apocado saco virtudes increíbles, pero uno lo perdona porque la trama se pone interesante. Tan interesante que es obvio para el lector avezado en este tipo de historias, el camino que va a tomar la historia y el destino de casi todos los personajes, aunque el autor intente disimular la implicación en los crímenes de algunos de ellos a los que nos presenta casi simpáticos.
El ascenso en la carrera policial, que le encarguen ciertas misiones a este muchacho, con esa personalidad, empieza a escamar al lector (o por lo menos a mí) hacia la mitad de la obra, aunque sigue manteniendo algo de interés, pero el autor se desboca en la última parte, añade datos que hacen perder totalmente la credibilidad histórica (se desarrolla en 1876), como que dispongan de teléfono el mismo año en que Graham Bell consiguió la patente, que al protagonista "se le encienda en su cabeza una lámpara eléctrica", que alguien hable de la electroforesis, o que compre un revólver "Smith & Benson" y lo que es peor, credibilidad argumental, el detective se comporta como un imbécil con suerte y soluciona de forma prodigiosa situaciones peligrosas y el misterio que envuelve la narración, mientras el lector hace rato que está bostezando ante la obviedad del misterio.
El autor, en un intento de arreglarlo, añade un final dramático absolutamente innecesario, con lo que he acabado con la sensación de que me habían tomado el pelo durante un buen rato.
En conclusión, sirve para pasar el rato (siendo benévolo), válido para lecturas infantiles y adolescentes, totalmente prescindible si quieres evitar a los (malos) imitadores de Sir Arthur Conan Doyle. No me extraña que la Editorial Salamandra dejara de publicar la larga serie de novelas con el mismo autor y el mismo protagonista.
Benigno F.
PD: Les dejo con una canción con un largo e "imposible" solo de guitarra que deja mejor sabor de boca que toda la novela, aunque "I know you're not listening".
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